sábado, 4 de enero de 2014

De qué va el libro/V: Sobre los acantilados de mármol


Bienvenidos a la primer entrada del nuevo año, es agradable contar con su visita nuevamente y ojalá siga siendo así durante los doce meses venideros. Ahora sí, ya liberados de los compromisos familiares y sentimentales propios del fin de los años, para empezar como se debe este enero, les recomiendo este libro titulado Sobre los acantilados de mármol, de Ernst Jünger, una novela que debido a su luminosidad decidí hacerla la entrada inaugural del 2014. Pásenle, pásenle.



En un próspero y civilizado país que roza lo idílico, llamado “La Marina”, situado en un tiempo y un lugar indeterminados, el narrador de la novela (del que nunca conocemos su nombre) y su hermano, Otón, viven entregados al estudio de las plantas en un lugar apacible llamado “La ermita de las rudas”. No obstante la tranquilidad en la que siempre han vivido, esta se ha visto amenazada por eventos terribles como desapariciones, incendios y raptos. Cierto día en que ambos hermanos van en busca de una extraña orquídea, se topan con “La barranca de los desolladores”, el lugar donde los sanguinarios dirigidos por El Guardabosque Mayor, tirano indiscutible de los bosques, llevan a sus víctimas para desollarlas y torturarlas. A partir de esa visión saben que una catástrofe se acerca y que la paz tal como la conocen, probablemente se consuma en el fuego que está a punto de arder.

Es esta una novela que, ante todo, cuenta con una narración increíblemente fluida, llena de descripciones de cada aspecto de la vida de los protagonistas y el entorno cultural y natural en el que viven. Su prosa es de un lirismo elevado, de esas historias bellas que no se encuentran muy a menudo. Lo comparo con una obra de Nietzsche: Si han leído Así hablaba Zaratustra, sabrán a lo que me refiero, y si no, en cuanto lean el primer capítulo de la novela de Ernst Jünger lo entenderán: hay luz en sus letras.

La narración es tan descriptiva que hay capítulos enteros en que podría decirse que “no ocurre nada”; sin embargo, tanta descripción tan detallada tiene el propósito de construirte en la cabeza cada parte del entorno social y natural, para que te encariñes con ese mundo a medida que lo vas descubriendo. Debe decirse que Sobre los acantilados de mármol es una novela que transcurre lenta y pausada, en la que los eventos que propician la trama aparecen poco antes de llegar a la mitad del libro. No espere usted nada agitado, pues es este un libro que debe ser contemplado.

Sobre los acantilados de mármol data de 1939, año en el que la Segunda Guerra Mundial comenzaba. Mucho se dice que la novela fue profética, que vislumbró con anticipación los oscuros tiempos que le esperaban a Europa. Y no se equivocan; Ernst Jünger  representó, a través de sus simbolismos, no solo los regímenes tiránicos y déspotas que asolaban el continente en ese momento, sino los de todos los años, épocas y lugares. En la visión de “La barranca de los desolladores”, lugar pintado con sangre, Otón y su hermano son testigos no de horrores cotidianos motivados por patologías de agresión (si es que los horrores pueden ser cotidianos; yo, un pesimista, creo que si), sino por algo aún más implacable e incontenible: una pulsión vital de destrucción. El Guardabosque Mayor y su ejército representan el avance del nihilismo y de la putrefacción que no puede detenerse, aquella que es natural. Pensemos en los grupos humanos como un cuerpo: El cuerpo es susceptible a ser herido, la piel se abre. De no ser tratada, una herida puede expandirse, poco a poco, como parte de su proceso mismo de avance. De esta misma forma se presenta la violencia desmedida de las huestes del bosque. Su frecuencia y su campo de acción se extienden porque son motivadas por una fuerza vital, la fuerza de la naturaleza; ¿se puede detener a la naturaleza?

Luego de leer este libro una asociación me llegó a la mente: Lo profético de la novela coincide fácilmente con la debacle propia que Europa ha presentido desde siempre, como apunta George Steiner en su ensayo La idea de Europa. Él asegura que un pensamiento fatalista ha estado inmerso en el pensamiento europeo, Europa ha presentido su final (tal como los protagonistas presienten el final de su querida Ermita de las Rudas e incluso de su país, La Marina) desde que tiene conciencia, y con las Guerras Mundiales esa idea llegó a su apogeo: En esos frentes de lucha se perdió todo lo que había de bello y de glorioso. Las armas rasgaron la vestidura del conocimiento, de la unión, de la celebración intelectual que era el territorio europeo… justo como El Guardabosque Mayor y su violencia rompen la casi religiosa calma de La Marina.

Al final, y respetando los contextos, quizás todo este referente histórico no sea tan importante como el mensaje que deja Ernst Jünger en Sobre los acantilados de mármol, pero ese tienen que buscarlo ustedes. La que para muchos es la obra maestra del escritor alemán es, ciertamente, una novela imprescindible y sin duda una muy buena opción para comenzar a leer este nuevo año. No se arrepentirán.


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