Bienvenidos
a la primer entrada del nuevo año, es agradable contar con su visita nuevamente
y ojalá siga siendo así durante los doce meses venideros. Ahora sí, ya
liberados de los compromisos familiares y sentimentales propios del fin de los
años, para empezar como se debe este enero, les recomiendo este libro titulado
Sobre los acantilados de mármol, de Ernst Jünger, una novela que debido a su
luminosidad decidí hacerla la entrada inaugural del 2014. Pásenle, pásenle.
En
un próspero y civilizado país que roza lo idílico, llamado “La Marina”, situado
en un tiempo y un lugar indeterminados, el narrador de la novela (del que nunca
conocemos su nombre) y su hermano, Otón, viven entregados al estudio de las
plantas en un lugar apacible llamado “La ermita de las rudas”. No obstante la
tranquilidad en la que siempre han vivido, esta se ha visto amenazada por
eventos terribles como desapariciones, incendios y raptos. Cierto día en que
ambos hermanos van en busca de una extraña orquídea, se topan con “La barranca
de los desolladores”, el lugar donde los sanguinarios dirigidos por El
Guardabosque Mayor, tirano indiscutible de los bosques, llevan a sus víctimas
para desollarlas y torturarlas. A partir de esa visión saben que una catástrofe
se acerca y que la paz tal como la conocen, probablemente se consuma en el
fuego que está a punto de arder.
Es
esta una novela que, ante todo, cuenta con una narración increíblemente fluida,
llena de descripciones de cada aspecto de la vida de los protagonistas y el
entorno cultural y natural en el que viven. Su prosa es de un lirismo elevado,
de esas historias bellas que no se encuentran muy a menudo. Lo comparo con una
obra de Nietzsche: Si han leído Así hablaba Zaratustra, sabrán a lo que me
refiero, y si no, en cuanto lean el primer capítulo de la novela de Ernst
Jünger lo entenderán: hay luz en sus letras.
La
narración es tan descriptiva que hay capítulos enteros en que podría decirse
que “no ocurre nada”; sin embargo, tanta descripción tan detallada tiene el
propósito de construirte en la cabeza cada parte del entorno social y natural,
para que te encariñes con ese mundo a medida que lo vas descubriendo. Debe
decirse que Sobre los acantilados de mármol es una novela que transcurre lenta
y pausada, en la que los eventos que propician la trama aparecen poco antes de
llegar a la mitad del libro. No espere usted nada agitado, pues es este un
libro que debe ser contemplado.
Sobre
los acantilados de mármol data de 1939, año en el que la Segunda Guerra Mundial
comenzaba. Mucho se dice que la novela fue profética, que vislumbró con
anticipación los oscuros tiempos que le esperaban a Europa. Y no se equivocan;
Ernst Jünger representó, a través de sus
simbolismos, no solo los regímenes tiránicos y déspotas que asolaban el
continente en ese momento, sino los de todos los años, épocas y lugares. En la
visión de “La barranca de los desolladores”, lugar pintado con sangre, Otón y
su hermano son testigos no de horrores cotidianos motivados por patologías de
agresión (si es que los horrores pueden ser cotidianos; yo, un pesimista, creo
que si), sino por algo aún más implacable e incontenible: una pulsión vital de
destrucción. El Guardabosque Mayor y su ejército representan el avance del
nihilismo y de la putrefacción que no puede detenerse, aquella que es natural.
Pensemos en los grupos humanos como un cuerpo: El cuerpo es susceptible a ser
herido, la piel se abre. De no ser tratada, una herida puede expandirse, poco a
poco, como parte de su proceso mismo de avance. De esta misma forma se presenta
la violencia desmedida de las huestes del bosque. Su frecuencia y su campo de
acción se extienden porque son motivadas por una fuerza vital, la fuerza de la
naturaleza; ¿se puede detener a la naturaleza?
Luego de leer este libro una asociación me llegó a la mente: Lo
profético de la novela coincide fácilmente con la debacle propia que
Europa ha presentido desde siempre, como apunta George Steiner en su ensayo La
idea de Europa. Él asegura que un pensamiento fatalista ha estado inmerso en el
pensamiento europeo, Europa ha presentido su final (tal como los protagonistas
presienten el final de su querida Ermita de las Rudas e incluso de su país, La
Marina) desde que tiene conciencia, y con las Guerras Mundiales esa idea llegó
a su apogeo: En esos frentes de lucha se perdió todo lo que había de bello y de
glorioso. Las armas rasgaron la vestidura del conocimiento, de la unión, de la
celebración intelectual que era el territorio europeo… justo como El
Guardabosque Mayor y su violencia rompen la casi religiosa calma de La Marina.
Al
final, y respetando los contextos, quizás todo este referente histórico no sea
tan importante como el mensaje que deja Ernst Jünger en Sobre los acantilados
de mármol, pero ese tienen que buscarlo ustedes. La que para muchos es la obra
maestra del escritor alemán es, ciertamente, una novela imprescindible y sin
duda una muy buena opción para comenzar a leer este nuevo año. No se
arrepentirán.
No
olviden darle like a la entrada y recomendarla. Saludos, nos leemos.
Gracias por la recomendación, espero pronto leerlo :) Feliz año nuevo!
ResponderBorrarIgual para ti! ojalá lo leas ;)
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