jueves, 5 de diciembre de 2013

De qué va la película/VIII: Club Sándwich


A 5 años de haber presentado Lake Tahoe (2008) (la travesía de un joven que va en busca de una refacción para su auto mientras carga con la tristeza de haber perdido a su padre), el director mexicano Fernando Eimbcke (que es mi director mexicano actual favorito, por cierto) vuelve a la carga una vez más para traernos su tercer proyecto fílmico, en el que vuelve a abordar el tema de la transición a la madurez, tocando sus temas ya conocidos, la adolescencia y la sexualidad: Club Sándwich.


Paloma (Maria Reneé Prudencio), una madre soltera, y su hijo de quince años, Héctor (Lucio Giménez Cacho), mantienen una relación muy especial, pues en el proceso de afrontar solos la vida se han vuelto un buen par de amigos. Cuando pasan unas vacaciones en la costa, Héctor conoce a Jazmín (Danae Reynaud), una adolescente con la que descubre los primeros destellos del amor y el sexo. Tratando de mantener a Héctor cerca de ella, Paloma pasa un mal trago cuando tiene que aceptar que su hijo está creciendo y que dejará de ser el mismo mejor amigo que ha tenido durante todos estos años.

Con base en este argumento, Eimbcke nos otorga un relato sencillo, de tono parsimonioso con ciertos toques de comedia, ya usuales en su corta pero sólida obra. En Club Sándwich se nos presentan evidentes situaciones en las que se encuentran ambos personajes, madre e hijo: Ella busca alguien con quien pasar el tiempo, alguien que la acompañe sin miramientos ni juicios, que esté a su lado; él, por su parte, quiere tiempo solo, ya siente la necesidad de caminar por su propio camino y está claro que, de haber alguien con él, no imagina a su madre. Sus intereses no marchan juntos en horario, sino todo lo contrario; Héctor encuentra en Jazmín aquella compañera con la que puede descubrir y disfrutar todos los cambios que está sintiendo, pues la ve en la misma situación que él. Ambos buscan el tiempo a solas para untarse bronceador y tocarse debajo de la ropa interior, ambos tratan de huir de sus dinámicas familiares usuales. Sin embargo, ahí está también Paloma, su madre, que ve con angustia cómo su hijo se va. 

La puesta en escena de Eimbcke es sobria, funcional, sin mayores pretensiones estilísticas, basada en encuadres fijos, donde podemos apreciar lo que todos los personajes en pantalla hacen y ligeros movimientos de cámara. Al mismo tiempo, esta película bien podría ser la culminación de una etapa en su filmografía, pues a pesar de ser un buen filme (aunque no el mejor), su estilo parece ya algo repetitivo y deslavado para otro proyecto. En este sentido, por momentos, uno como espectador tiene la sensación de estar viendo otra vez Temporada de patos (2004) o Lake Tahoe. En su cuarta película bien podría intentar hacer algo distinto, dejando estas anteriores como una sólida (aparente) trilogía.

Club Sándwich esboza los albores de un proceso por el que toda persona pasa: la madurez, las ganas de volar del seno materno/familiar, y el inevitable sentimiento de pérdida que esto conlleva (obviamente no por parte de quien se va, o no mayoritariamente). Paloma tiene que comprender que Héctor se irá, muy a su pesar, y que no puede detenerlo. Solo puede darle un beso en la frente, para que él sepa que lo quiere, y dejar que salga por la puerta en busca de Jazmín, o de la chica que haya elegido… En busca de su vida. 

Aquí les dejo el trailer:





Director: Fernando Eimbcke.
País: México
Año: 2013
Actúan: María Renée Prudencio, Lucio Giménez Cacho, Danae Reynaud
Duración: 82 mins.

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