Si
alguna palabra puede describir a la película del director húngaro, Istvan
Szabo, esa sería, sin duda, “ambiciosa”. Sunshine es una película grande;
grande en contenido, en manufactura y en extensión. No debe ser fácil dirigir
una película épica de tres horas de duración, que abarca prácticamente cien
años de la historia de un país y tres generaciones de una misma familia; Y la
dificultad se nota.
Haciendo
un recorrido histórico a través de la trayectoria de tres miembros de una
familia judía, padre, hijo y nieto (interpretados por el mismo actor, un
impecable Ralph Fiennes que logra dotar de una personalidad propia a cada
personaje, a pesar de sus notables similitudes de carácter), la película da
cuenta de las duras condiciones de vida durante el siglo XX, no solo para los
judíos, sino para toda Europa. A través del caso particular de la familia Sors
(antes llamada Sonnenschein), el panorama mundial se despliega antes nuestros
ojos, haciéndonos testigos, como indica el subtitulo, del amanecer de un siglo.
De
esta forma, al inicio, se da cuenta de la Primera Guerra Mundial, con la
historia de Ignatz Sonnenschein, quien luego de sobreponerse al fuerte antisemitismo
logra convertirse en Juez, no sin antes cambiar su apellido a Sors, para
“hacerlo más húngaro”. En este fragmento ocurren las rupturas: la global, con
el mundo en guerra, y la local en el núcleo mismo de la familia: con ese cambio
de nombre, se pierde simbólicamente la tradición judía que el padre de Ignatz
tanto procuraba y que no será recuperada sino hasta el final, es decir, en más
de ochenta años. Aquello que daba identidad a la familia y era su rasgo
distintivo, se pierde por las presiones del entorno. La cohesión se ha
quebrado. De ahora en adelante será la historia de una familia que busca
integrarse adecuadamente al territorio donde viven; un lugar en el que saben y
sienten, nunca serán aceptados.
Se
llega entonces a la historia de Adam Sors, hijo de Ignatz. Esta vez, el periodo
cubre de los años treinta hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Adam es un
destacado esgrimista que participa en las olimpiadas de 1936, ganando la
competencia mundial. Sin embargo, esto no lo salva de la cacería emprendida
contra los judíos por el régimen nazi. Adam Sors muere en un campo de
concentración, congelado (en una escena genuinamente escalofriante,
maravillosamente lograda), ante la mirada atónita de su hijo, Iván, el narrador
de la película y protagonista del tercio final, quien al crecer se desenvuelve
como oficial en el comunismo estalinista.
Si bien tachar a algo o a alguien de “ambicioso” tiene connotaciones
positivas (la más de las veces), en este caso es un arma de doble filo. Y es
que el director Istvan quizo abarcar tantas cosas, que al final no parece
abordar ninguna con la profundidad que parece buscar. En las tres generaciones
de Sors, vemos un intento constante por agradarle al sistema, de volverse parte
de él; quizás así terminarán siendo aceptados. Pero eso nunca ocurre. De ahí el
mensaje final: acéptate como eres, busca tus raíces y asienta bien tu
identidad.
La
ambición de Sunshine tampoco sobrevive más allá de la hora y media de la
película. Luego de ese tiempo, el ritmo se va aletargando y la agilidad lograda
en el primer segmento y pasada la mitad del segundo, solo ha dejado vestigios.
Sin embargo, la espléndida actuación de Fiennes (y del resto del reparto, muy
cumplidor) salva el tercer acto del metraje.
Esta
no es una historia de malos contra buenos, la historia va más allá. La pasión y
el desgarro abundan; los dilemas morales, la dificultad de las decisiones. Sunshine
es, definitivamente, una película con
mucha substancia. Si Szabo no hubiera sido tan ambicioso, quizá sería un filme
más profundo aún; tal vez abarcaría menos, pero llegaría más lejos en su
tratamiento de los temas. Sunshine se queda a medio camino de ser una
extraordinaria película, pero sin duda, vale la pena invertir tres horas para
ver tres vidas. Todas tienen algo que decir.
Director: Istvan Szabo
Origen: Hungría, Alemania,
Canadá, Austria. 1999
Duración: 180 min.
Protagonistas: Ralph
Fiennes, Rosemary Harris, Jennifer Ehle, Rachel Weisz, Deborah Unger, Molly
Parker, John Neville, James Frain, William Hurt.
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