sábado, 12 de octubre de 2013

De qué va la película/VI: Sunshine, el amanecer de un siglo


Si alguna palabra puede describir a la película del director húngaro, Istvan Szabo, esa sería, sin duda, “ambiciosa”. Sunshine es una película grande; grande en contenido, en manufactura y en extensión. No debe ser fácil dirigir una película épica de tres horas de duración, que abarca prácticamente cien años de la historia de un país y tres generaciones de una misma familia; Y la dificultad se nota. 



Haciendo un recorrido histórico a través de la trayectoria de tres miembros de una familia judía, padre, hijo y nieto (interpretados por el mismo actor, un impecable Ralph Fiennes que logra dotar de una personalidad propia a cada personaje, a pesar de sus notables similitudes de carácter), la película da cuenta de las duras condiciones de vida durante el siglo XX, no solo para los judíos, sino para toda Europa. A través del caso particular de la familia Sors (antes llamada Sonnenschein), el panorama mundial se despliega antes nuestros ojos, haciéndonos testigos, como indica el subtitulo, del amanecer de un siglo.

De esta forma, al inicio, se da cuenta de la Primera Guerra Mundial, con la historia de Ignatz Sonnenschein, quien luego de sobreponerse al fuerte antisemitismo logra convertirse en Juez, no sin antes cambiar su apellido a Sors, para “hacerlo más húngaro”. En este fragmento ocurren las rupturas: la global, con el mundo en guerra, y la local en el núcleo mismo de la familia: con ese cambio de nombre, se pierde simbólicamente la tradición judía que el padre de Ignatz tanto procuraba y que no será recuperada sino hasta el final, es decir, en más de ochenta años. Aquello que daba identidad a la familia y era su rasgo distintivo, se pierde por las presiones del entorno. La cohesión se ha quebrado. De ahora en adelante será la historia de una familia que busca integrarse adecuadamente al territorio donde viven; un lugar en el que saben y sienten, nunca serán aceptados.

Se llega entonces a la historia de Adam Sors, hijo de Ignatz. Esta vez, el periodo cubre de los años treinta hasta fines de la Segunda Guerra Mundial. Adam es un destacado esgrimista que participa en las olimpiadas de 1936, ganando la competencia mundial. Sin embargo, esto no lo salva de la cacería emprendida contra los judíos por el régimen nazi. Adam Sors muere en un campo de concentración, congelado (en una escena genuinamente escalofriante, maravillosamente lograda), ante la mirada atónita de su hijo, Iván, el narrador de la película y protagonista del tercio final, quien al crecer se desenvuelve como oficial en el comunismo estalinista.

Si bien tachar a algo o a alguien de “ambicioso” tiene connotaciones positivas (la más de las veces), en este caso es un arma de doble filo. Y es que el director Istvan quizo abarcar tantas cosas, que al final no parece abordar ninguna con la profundidad que parece buscar. En las tres generaciones de Sors, vemos un intento constante por agradarle al sistema, de volverse parte de él; quizás así terminarán siendo aceptados. Pero eso nunca ocurre. De ahí el mensaje final: acéptate como eres, busca tus raíces y asienta bien tu identidad. 

La ambición de Sunshine tampoco sobrevive más allá de la hora y media de la película. Luego de ese tiempo, el ritmo se va aletargando y la agilidad lograda en el primer segmento y pasada la mitad del segundo, solo ha dejado vestigios. Sin embargo, la espléndida actuación de Fiennes (y del resto del reparto, muy cumplidor) salva el tercer acto del metraje.

Esta no es una historia de malos contra buenos, la historia va más allá. La pasión y el desgarro abundan; los dilemas morales, la dificultad de las decisiones. Sunshine  es, definitivamente, una película con mucha substancia. Si Szabo no hubiera sido tan ambicioso, quizá sería un filme más profundo aún; tal vez abarcaría menos, pero llegaría más lejos en su tratamiento de los temas. Sunshine se queda a medio camino de ser una extraordinaria película, pero sin duda, vale la pena invertir tres horas para ver tres vidas. Todas tienen algo que decir.

Director: Istvan Szabo
Origen: Hungría, Alemania, Canadá, Austria. 1999
Duración: 180 min.
Protagonistas: Ralph Fiennes, Rosemary Harris, Jennifer Ehle, Rachel Weisz, Deborah Unger, Molly Parker, John Neville, James Frain, William Hurt.

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