Si
no fuera por la mujer con la que hoy comparto los días, seguramente jamás
hubiera conocido o leído el libro que hoy voy a recomendarles. Uno es muy
pretencioso como para dar con estos productos. Debo aprender de ello. Y es que
a ella le encanta leer cosas que nadie más lee. Puede ver en una estantería
miles de títulos y seguramente tomará el menos visible, seguramente comprará el
libro que menos se espera.
Entre
los títulos de su atípica y extensa biblioteca está el protagonista de hoy: Corazón
enfermo. Si les atraen las historias de personajes rotos, relaciones enfermizas
y asesinatos, lean esta entrada; puede interesarles.
El
detective Archie Sheridan es llamado para detener a un homicida y violador de
adolescentes, después de haberse dado una pausa laboral de 2 años, debido a los
traumáticos eventos de la tortura propinada por Gretchen Lowell, una bella y
sádica mujer a la que llevaba persiguiendo 10 años. En la resolución del nuevo
caso, el adicto a las pastillas y obsesionado con su pasado, tendrá enfrente de
él la decisión final: seguir conservando los fantasmas u olvidarlos de una vez
por todas y comenzar de nuevo.
El
libro es, en realidad, sencillo en su trama. La principal, que es la que ocurre
en tiempo actual, realmente va desenvolviéndose paso a paso, a veces lenta,
pero nunca deja de ser interesante, a mi juicio. Sin embargo, a lo largo de la
novela se van alternando flashbacks que cuentan con lujo de detalle las
torturas (no aptas para personas sensibles) a las que es sometido el
protagonista, un ser oscuro, grave; Archie Sheridan es de los personajes más
rotos que he encontrado en las letras. Y es que la relación que sostiene con su
captora, estando a su merced, atado a una plancha con clavos en las costillas,
no es la típica relación de secuestrador-secuestrado. Hay algo más, algo que
echa raíces… pero es una raíz venenosa. Aún después de ser liberado, ese
sentimiento enfermo que lo ata a Gretchen no se rompe, se tensa, incluso.
Archie no olvida a esa mujer cuya belleza es proporcional a su crueldad (como una dato, cuando la serie de The Following comenzó, el protagonista, interpretado por Kevin Bacon, me recordó mucho al protagonista del libro. Para que se den una idea si han visto la serie).
Tal
vez al principio no es tan fácil simpatizar con los personajes, pero conforme la novela avanza, se les va entendiendo. No diría que son personajes
especialmente carismáticos, pero están bien trazados y su psicología resulta
interesante. Por otra parte, la historia está narrada de una forma sencilla, por parte de un narrador extradiegético; no cansa y se termina de
leer en poco tiempo. Una buena historia que vale la pena conocer.
Con
el slogan de “Puedes enamorarte de tu asesina?” en la contraportada, Corazón
enfermo es un libro recomendable. Échenle un ojo, si pueden, no se
arrepentirán. Y si lo hacen, bueno, ya saben a quién echarle la culpa por
recomendarlo. Un fragmento, pa que entren en calor:
“[…] Ve cómo aparta la sábana blanca que
lo cubre, dejando su pecho al descubierto, y se da cuenta de que está desnudo.
No le invade ningún sentimiento de vergüenza. Es un hecho. Simplemente. Ella
pone la palma de sumano sobre su esternón. Él sabe lo que eso significa. Ha memorizado
las fotos de los crímenes, las abrasiones y las quemaduras en el torso. Es
parte del perfil, una de sus firmas.
—¿Sabes qué viene ahora? —le pregunta,
sabiendo que él es consciente de ello.
Necesita hablar con ella. Ganar tiempo.
Emite un sonido ahogado a través de la cinta adhesiva y hace un gesto, indicando
que se la quite. Ella le pone un dedo sobre los labios y niega con la cabeza.
—Todavía no —le dice con suavidad, y
vuelve a preguntarle, algo más secamente—: ¿Sabes lo que viene ahora?
Él asiente.
Ella sonríe, complacida.
—Por eso he preparado algo especial para
ti, querido.
Detrás de ella hay una bandeja de
instrumental. Se gira y agarra algo de ella. Un martillo y un clavo. «Interesante»,
piensa, sorprendido por su habilidad para distanciarse de sí mismo y permanecer
como un observador clínico. Hasta ahora las víctimas parecían haber sido
elegidas al azar, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, pero las heridas en el
torso, aunque habían evolucionado, eran notablemente consistentes. Pero nunca
había usado clavos hasta ese momento.
Ella parece satisfecha.
—Supuse que te agradaría algo de
variedad.
Deja que la punta de sus dedos
tamborilee sobre su pecho hasta encontrar la costilla que busca, y entonces coloca
la punta del clavo sobre la piel y deja caer el martillo con fuerza. Él siente
el chasquido de su costilla al romperse y vuelve a ahogarse. Su pecho arde de
dolor. Lucha por respirar. Le lloran los ojos. Ella enjuga una lágrima de sus
mejillas enrojecidas, acaricia su pelo y luego busca otra costilla para repetir
el proceso. Una y otra vez. […]”
¿Extremo, no? Ojalá les
agrade. Sigan visitando el blog y comenten, me agrada saber lo que piensan.
Saludos.
Tan tan.