Dice Friederich Nietzsche,
que la especialización es propia de las almas débiles. Basado en esta postura, puedo
afirmar que Hugh Laurie (Oxford, Inglaterra, 1959) posee un alma sumamente
fuerte. Es un tipo genialmente multifacético. Y es que no solo dio vida (con
maestría, cabe decir) a uno de los personajes más interesantes de la
televisión, el misántropo Dr. House, sino que también se ha desenvuelto como un
gran actor de teatro (ha participado en obras importantes del teatro inglés, al
lado de figuras como Emma Thompson y Stephen Fry), director (dirigió algunos
capítulos de House), músico (toca el piano, la armónica y la guitarra. Tiene
dos discos) y escritor. En esta entrada haré hincapié en esta última faceta de
Laurie, recomendándoles su primer y único libro, hasta el momento: Una noche de perros, (título original, The gun seller) publicado en 1996 en el
Reino Unido, y en México apenas en el 2010, por la editorial Planeta.
Thomas Lang es un ex-militar
del ejército británico, un tipo duro, sencillo de gustos y sumamente
sarcástico. Cierta noche en Amsterdam, se le presenta un tipo llamado McClusky,
que le ofrece un trabajo: Matar a un empresario llamado Alexander Woolf. Lang,
quien no cuenta ser un asesino entre sus defectos (o virtudes), declina la
oferta y, no conforme con eso, acude a casa de Woolf para intentar avisarle;
ahí se encuentra a un tipo que
pretende matarle y a una encantadora joven que resulta ser la hija de Woolf,
por la que inmediatamente se siente atraído. La vida de Thomas Lang se
entrelaza con la de los Woolf, (in) voluntariamente, y va enredándose en
complicados líos, en un torbellino de mentiras, corrupción y violencia que, sin
darse cuenta, lo ponen en el centro de una conspiración de talla internacional.
El primer libro de Hugh Laurie retoma los elementos del
género de la novela negra (o de espionajes y detectives) y los devuelve un poco
menos tensos y serios, menos graves. Narrado en primera persona por el
protagonista, la trama resulta ingeniosa y una bocanada de aire fresco que vale
la pena. La narración es muy ágil, se agradecen las elipsis que hacen económica
la historia, que va de un lado para otro; cuando todo parece detenerse, algún
evento trastoca la pasividad y retoma el movimiento. Es cierto que la primera
parte está mejor lograda que la segunda, donde los eventos se vuelven algo
inverosímiles, pero en su conjunto es una historia coherente con ella misma y
sobre todo, entretenida.
El protagonista, Thomas Lang, es un personaje querible y
astuto, además de que es lo que se dice “un buen tipo”, es el good guy (eso es
lo que lo pone en el ojo del huracán, de hecho). Tal vez demasiado sarcástico,
es cierto; puede llegar a ser un verdadero dolor de muelas. Sin embargo, al
lector no le queda más que ser cómplice de su visión, justificarlo en sus
acciones y hasta sonreírse con la sarta de comentarios políticamente
incorrectos que suelta a lo largo de la historia.
Una lectura ingeniosa, y amena. Hugh Laurie también puede
jactarse de escribir bien. Y como ya les apunto en la introducción, la novela
fue publicada en 1996, mucho antes de que la serie House md. Comenzara a
transmitirse. Así que no piensen que el tono ácido del protagonista está tomado
del doctor. Cualquier coincidencia con él, es mera coincidencia.
Para concluir, les dejo un fragmento de la novela, para
que vayan entrando en calor por si se animan a conseguirla (y ojalá lo hagan.
Vale la pena). Es el inicio, que debo decir, es de los más enganchadores que he
leído.
“Imagínate que tienes que romperle el brazo a alguien.
El derecho o el izquierdo, da lo mismo. La cuestión es que
tienes que rompérselo, porque si no lo haces... bueno, eso tampoco importa
mucho. Digamos que ocurrirán cosas peores si no lo haces.
Mi pregunta es la siguiente: ¿le rompes el brazo de prisa —crac, vaya, lo siento, deje que lo ayude con este cabestrillo de emergencia— o alargas todo el proceso durante sus buenos ocho minutos y vas aumentando la presión poquito a poco, hasta que el dolor se convierte en algo rojo y verde y caliente y frío y, en su conjunto, absolutamente insoportable?
Mi pregunta es la siguiente: ¿le rompes el brazo de prisa —crac, vaya, lo siento, deje que lo ayude con este cabestrillo de emergencia— o alargas todo el proceso durante sus buenos ocho minutos y vas aumentando la presión poquito a poco, hasta que el dolor se convierte en algo rojo y verde y caliente y frío y, en su conjunto, absolutamente insoportable?
Pues eso. Por supuesto. Lo correcto, la única opción
correcta, es acabar cuanto antes. Rompe el brazo, sírvele una copa, sé un buen
ciudadano. No hay otra respuesta.
A menos...
A menos, a menos, a menos...
¿Qué pasa si odias al tipo que está al otro extremo del brazo? Me refiero a que lo odias de verdad.
Esto era algo que ahora debía tener en cuenta.
Digo ahora refiriéndome a entonces, al momento que describo; el momento fraccionado, tan condenadamente fraccionado, antes de que mi muñeca toque mi nuca y mi húmero izquierdo se parta al menos en dos —o probablemente más— trozos chapuceramente unidos.
A menos...
A menos, a menos, a menos...
¿Qué pasa si odias al tipo que está al otro extremo del brazo? Me refiero a que lo odias de verdad.
Esto era algo que ahora debía tener en cuenta.
Digo ahora refiriéndome a entonces, al momento que describo; el momento fraccionado, tan condenadamente fraccionado, antes de que mi muñeca toque mi nuca y mi húmero izquierdo se parta al menos en dos —o probablemente más— trozos chapuceramente unidos.
Verás, el brazo en cuestión es el mío. No es un brazo
abstracto, un brazo filosófico. El hueso, la piel, el vello, la pequeña
cicatriz blanca en el codo, recuerdo de una esquina del radiador de la escuela
primaria Gateshill, todo es mío. Ahora es el momento en que debo considerar la
posibilidad de que el hombre que está detrás de mí, que me sujeta la muñeca y
la sube a lo largo de la columna con un cuidado casi sexual, me odia. Me
refiero a que me odia de verdad, y mucho.
Está tardando una eternidad.”
Para rematar, les dejo la rola que le da título al primer disco
de Laurie, Let them talk. Una joyita, una joyita.
Y podéis ir en paz, la entrada ha terminado.
Jajajaja tú y tu facilidad para atrapar gente. Deje de publicar mentiras :P y venga a darme mil besos :) que no ves que te amo mucho? <3
ResponderBorrarJaja, no son mentiras! aqui se habla con la mera verdad. Y espéreme, que allá voy para no dejarla ni hablar por llenarle la boca con mis besos. :)
ResponderBorrarJajajajajaj tuve un error en el anterior comentario. Recuerdo cuando Omar nos dejo precisamente el primer fragmento que aquí muestras. Tus manías por House rayan en lo sexual, ya quiero leer el libro; si Laure se jacta de escribir bien ¿Qué más le falta hacer en esta vida? Ser actor porno o astronauta. Buena reseña. e.e
ResponderBorrardejó* Laurie*
ResponderBorrarJajaja, y aseguro que sería un gran actor pornográfico y tomaría las fotos más impresionantes del espacio. e.e
ResponderBorrarAmo a este hombre, le tengo un gran respeto.