lunes, 14 de abril de 2014

De qué va la película/XV: El gran Hotel Budapest


A un par de años de presentar el entrañable romance infantil de Moonrise Kingdom (2012), el director estadounidense Wes Anderson, vuele a escena con su nueva película El gran hotel Budapest (2014) que se presenta dentro del marco de la 56 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca.



Esta vez, Anderson nos cuenta la excéntrica historia del excéntrico Monsieur Gustave (Ralph Fiennes), el consierge del tal Hotel Budapest en los años 30, y su compañero Zero (Tony Revolori), el nuevo botones, quienes se ven prófugos de la justicia luego de que el primero es acusado injustamente de asesinar a su amante de 80 años y por robar un cuadro invaluable; aparte de contar, al mismo tiempo, como Gustave pasó de ser el consierge del hotel, a su dueño. Este nuevo filme del director de El fantástico señor Zorro (2009) es, a consideración de quien esto escribe, la obra más entretenida y equilibrada de su filmografía.


Cualquiera que esté familiarizado con el cine de Wes Anderson ya conoce sus vicios estéticos y narrativos: Tomas panorámicas, ligeros paneos, colores muy vivos, humor soso, ritmo pausado, pausas descriptivas, personajes raros, etc. Todos sus estilemas son particularmente identificables. En cada uno de sus filmes los explota, aunque a veces desequilibradamente y, al menos para mí, hasta su anterior película se sentían algo gastados. No obstante, en El gran hotel Budapest todos estos vicios son un gran acierto y contribuyen a incrementar las cualidades estéticas tan pulcras; su realización en el aspecto técnico resalta no por su novedad, sino por su pertinencia. Aquí, los emplazamientos de cámara aportan agilidad, sentido del humor y sorpresa; las tomas panorámicas deslumbran por los paisajes que muestran; los personajes conectan con el público y se sienten agradables en su peculiaridad.

El diseño de arte es sencillamente increíble: tonos apastelados y contrastantes, atmósferas casi de ensueño y escenarios impecablemente armados; la fachada y el lobby del hotel, por ejemplo, son de una arquitectura bellísima. Los decorados, a pesar de estar cargados de color y con una ligera saturación, nunca están demasiado cargados para molestar o sentirse ridículos. Visualmente, el filme es muy agradable.

Por otra parte, el cómo nos narra la historia es de por si llamativo: esta vez el director nos cuenta la historia dentro de la historia dentro de una historia; la trama se mueve dentro de 3 planos contextual-temporales, el primero en “el mundo real”, con una estudiante que lee un libro; el segundo, el contenido de este, la historia de cómo el escritor consiguió la historia que cuenta en el libro; y el tercero, la anécdota fantástica de M. Gustave y su compañero botones. El primer círculo es el menos explorado, sin embargo le aporta a todo un toque fantasioso que le va demasiado bien. El segundo es por mucho el más emotivo y nostálgico, y el tercero es todo chispa, elocuencia y agilidad (aparte de ser el principal). También, esta es la película de Anderson con más tragedia y, podrí decirse, violencia implícita. Eso le añade a la anécdota un toque más real, aparte de darle un golpe discreto al espectador, como diciéndole por lo bajo: “No todo aquí es inocentemente absurdo”. Una narrativa de muñeca rusa muy entretenida, vertiginosa y sorpresiva.

De las actuaciones no se puede más que apuntar que son todas muy buenas: la dupla principal se lleva las palmas, por supuesto (Ralph Fiennes, estupendo como el refinado M. Gustave; Tony Revolori, como Zero, no desentona ni un momento), pero el reparto secundario no se queda atrás y hasta aquellos que tienen pocas participaciones cumplen con creces (mención especial para Tilda Swinton como la anciana amante de Gustave y para Willem Dafoe, como el chuscamente siniestro  investigador privado/asesino a sueldo).

El director construyó el filme a partir de los escritos del austriaco Stefan Sweig (1881-1942), uno de los escritores más influyentes del siglo pasado. Quizás de ahí que el filme, en general, se sienta con algo asi como “un alma europea” (lo que sea que eso signifique, aunque considero que la expresión inexplicablemente se explica. Disculpen, señores teóricos, por la imprecisión): El contexto histórico en el que se desarrolla (periodo de entreguerra, con invasiones y militares registrando vagones), los paisajes naturales y culturales que presenta (nevados, o con hermosas praderas y colinas; las calles empedradas, las pastelerías, los modales), y varias cosas más, me hacen decir esto. 

En conclusión, El gran Hotel Budapest es una gran película, sumamente disfrutable, y apreciable. Es quizá la película más digerible de Anderson, pero eso es definitivamente algo bueno; aquí se puede conectar más con su cine. Todos sus vicios aquí se refinan y acrecientan para bien. Un filme imperdible. 

Título original: The Grand Budapest Hotel
Director: Wes Anderson
Año: 2014
País: Estados Unidos
Actúan: Ralph Fiennes, Tony Revolori, Tilda Swinton, Willem Dafoe, Saoirse Ronan, Edward Norton, Jude Law, Adrien Brody, Mathieu Amalric

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