sábado, 28 de diciembre de 2013

Adiós 2013. Seguimos en el camino


Este año está acabando y este blog de apenas unos meses de vida y su creador, les agradecen las visitas, comentarios y lecturas que amablemente brindaron. Gracias por tomarse el tiempo para leer lo que aquí publico, los que lo hagan, y si les gustó pues rólenlo con sus amigos, novias, concuñas, sobrinas, sobrinos, concubinos, esposos, amantes y abuelos. Por mi parte, prometo que este espacio seguirá fiel a la promesa inicial de mantenerse visitable y, con todas las ganas de la vía láctea, interesante, porque eso justo intenta ser: un espacio donde se puede pasar el rato, en esos días que no se sabe qué hacer en internet o por mero placer de conocer un nuevo libro o película, ver un cortometraje, leer un reportaje o un cuento. “El reflejo y la sombra” seguirá con su programación normal y espero que con alguna sorpresa para este nuevo año, contando, por supuesto, con su atención y visitas. Muchas gracias. Seguimos en el camino. 



Les dejo un par de canciones: La primera del cantautor argentino Fito Páez, titulada Al lado del camino, una de mis rolas favoritas y la segunda, una canción típica escocesa que suele ser tocada justo para las fechas de navidad y año nuevo, titulada Auld Lang Syne, que viene a ser algo así como “Los viejos tiempos”. Una canción que es una carta de despedida al año que se va. Ojalá les gusten y disculpe la cursilería, amable público lector. Suerte. 

Fito Páez Al lado del camino 



Dougie McLean, Auld Lang Syne (no pongo la traducción, pero espero que la disfruten tal como está)



Nos leemos, pues. Fin del fin. Tan tán.


domingo, 22 de diciembre de 2013

De qué va el libro/IV: Federico en su balcón


Como todos saben, Carlos Fuentes murió el 2012 a causa de una hemorragia interna, dejando un gran vacío en el panorama de las letras mexicanas. El autor de clásicos como La muerte de Artemio Cruz (uno de mis libros favoritos), o el clásico La región más transparente, dejó su pluma para siempre sola.


Uno podría pensar que cuando un escritor muere, solo nos queda el legado que dejó tras de sí. La sensación un poco de vacío, al pensar que jamás volverás a leer algo nuevo suyo te asalta. Sin embargo, este no fue el caso. Afortunadamente, Fuentes dejó aún alguna novedad para seguir disfrutándolo más allá de las siempre placenteras relecturas de sus libros previos. Ese es el caso del protagonista de la entrada de hoy (y el último libro del año): Federico en su balcón, última obra del autor mexicano, publicado luego de su muerte. Una novela tan atemporal y tan poderosa en la historia que cuenta, reflejando el devenir de la cómica tragedia humana en la que reina la filosofía proclamada por Nietszche: El Eterno Retorno: Todo vuelve.



Desde sus balcones en el hotel Metropol, dos personajes conversan. Son nada menos que Federico Nietzsche, reencarnado, y otro personaje que en un momento dado se revela como Carlos Fuentes, aunque pudiendo ser cualquiera. Reflexionan acerca del poder, la lealtad, el amor, la responsabilidad y el control, mientras se cuentan fragmentos de una misma historia, en la que narran el inicio, el ascenso y la debacle de una revolución, liderada, en principio, por 3 amigos, llamados Saúl, Dante y Aarón, quienes toman las riendas contra un gobierno corrupto, represor, instalado en una “Dictadura perfecta” (cualquier parecido con la realidad política de México es totalmente intencional). La historia dura lo que dura el libro y más allá: Cuando ambos personajes dejen de conversar y vuelvan al interior de sus habitaciones de hotel, la historia volverá a comenzar.

Federico en su balcón esconde a plena luz una poderosa mexicanidad, que al mismo tiempo se siente como un testamento definitivo, en donde critica y utiliza el ambiente, la historia y la idiosincrasia de México, para ponerla en una anécdota que contiene temas tan controversiales como el poder y que resulta universal, pues es un ejercicio de reflexión del devenir humano social y político. La novela está dividida en 4 partes, cada una titulada con una corta frase del himno nacional mexicano. La selección de las frases podría decirse que se vincula con la fuerza o con el acento donde está puesto la evolución de la historia en ese apartado. La prosa de Fuentes es pesada por momentos, pero lúcida y bella, y la anécdota oscila, como ya apunté en la sinopsis, entre dos niveles de relato: La conversación entre Nietzsche y Fuentes (otro), primero, que es de donde parten la historia y las reflexiones que mueven lo que se cuenta; el segundo, la historia propiamente dicha de la revolución, desde su gestación hasta sus últimas consecuencias. Estas dos líneas narrativas se complementan e ilustran de una manera precisa, y no otorgan concesiones de tregua o sentimentalismo barato, ni en sus dilucidaciones ni en su tratamiento.

A medida que la novela avanza todo se vuelve más oscuro, más irónico, más amargo. El desfile de personajes y los conflictos que sobre ellos caen, se vuelven más pesados conforme las páginas pasan. Llega un momento en el que ninguna salida se ve fiable e incluso parece que no hay salida. Todos los eventos están calculados para mostrar que la experiencia humana se basa en la repetición, como apunta Nietzsche en su concepto del Eterno Retorno. De hecho, todo el libro es muy “nietzscheano” (perdonen la palabra, señores académicos); no solo el filósofo ocupa el protagonismo de la novela, sino también su pensamiento. En la revuelta armada, en sus líderes, Saúl, Aarón y Dante, en sus opositores y en los participantes, se encarnan las características inconfundibles del método del pensador alemán; ahí se encuentran su dureza, su tenacidad, su calamidad, su amoralidad, su elitismo, su ironía punzante; su visión donde no hay dioses, ni moral que no sea una opresión y una venda en el corazón, los ojos y el intelecto. Cuando el lector se percata de que la historia no ha mejorado y que no lo hará en lo que resta del libro, llega a ese punto en el que anticipa el final. Sin embargo, esto no importa mucho… porque todo se repite y lo seguirá haciendo eternamente: Eterno. Retorno. Eterno. Retorno. Todo vive una vez y muchas. Todo se va, pero regresa.

Federico en su balcón es una poderosa, y al mismo tiempo discreta historia acerca de la espiral que es la historia humana; y nada mejor para ejemplificarlo que un proceso social tan violento e interesante, que halla su causa y finalidad en la destrucción de la verdad que gobierna, para cambiarla: una revolución. En este libro se representa claramente aquella frase acuñada por el mismo Carlos Fuentes, que reza así: “Las revoluciones las hacen hombres de carne y hueso y no los santos, y todas terminan por crear una nueva casta privilegiada”; Federico en su balcón, con sus ojos de duda, mira la revuelta que (no) ocurre por debajo de él, mientras corrobora aquella frase que dicta que se muere siendo un héroe, o se vive lo suficiente para convertirse en el villano. Un libro que no se pueden perder. 

Muchas gracias por leer. Hoy y todo el año. Saludos. 


lunes, 16 de diciembre de 2013

De qué va la película/IX: El Hobbit: La desolación de Smaug


A un año de haber presentado la primera parte de su trilogía épica basada en la novela de Tolkien El Hobbit, Peter Jackson vuelve a la carga con la segunda parte titulada El Hobbit: La desolación de Smaug, que, sin duda, es mejor que su predecesora. Esta se siente más segura de sí misma y logra mantener interesada a su audiencia al lograr muy buenas secuencias de acción y emoción. Sin embargo, sus virtudes son, al mismo tiempo, sus defectos.



Esta secuela continúa el viaje emprendido por el hobbit Bilbo Bolsón y los 13 enanos liderados por Thorin Escudo de Roble, heredero al trono del reino de Erebor, para retomar su imperio perdido. En su camino tendrán que hacer frente a varias amenazas y contratiempos que los desvían de su viaje, incluyendo a Smaug, el temible dragón que acecha dormido en el reino bajo la montaña.

El Hobbit: La desolación de Smaug, es, como ya apunto en el párrafo inicial, mejor que su antecesora. Es mejor en las escenas de acción, que resultan divertidas, fluidas e impecablemente dirigidas. Una secuencia que tiene lugar durante una persecución en un río es un gran ejemplo de ello: Las batallas están muy bien coreografiadas. Es mejor en el tratamiento de sus personajes; ahora si se puede conectar más con ellos, interesarse de verdad por su empresa, y temerles, en el caso de los villanos. Hasta hay un conato de historia de amor, que queda poco desarrollada y por momentos hasta se siente improbable. Al querer darles más profundidad y protagonismo a los personajes secundarios, también los metieron en tramas que parecen callejones que no llevan a ninguna parte, sin embargo, qué diablos, se entiende lo que quisieron hacer. Eso no es justificación para defenderlo, pero vamos: esto es un blockbuster y hay que entenderlo como tal.

También es mejor en cuanto a ritmo, pues esta segunda parte sostiene muy bien su trama llevándola amena y entretenida por las tres horas de duración de la cinta, que no se sienten pasar. A pesar de ello, y si se está atento, en esto mismo se nota el principal aspecto negativo del que sufre la historia: Está demasiado estirada. Se notan las situaciones de relleno; la tranquilidad narrativa, en una gran cantidad de veces, no es para profundizar en los temas, sino que es un recurso para llenar las tres horas. Y es entendible, un texto que apenas llega a las 300 hojas no da para nueve horas de metraje dividido en 3 partes. Salí de la función preguntándome qué obsesión tiene Peter Jackson por tratar de hacer que sus filmes duren tanto y por darle a esta nueva trilogía el mismo tratamiento que le dio al Señor de los anillos (esa sí, una obra monumental).

Por otra parte, los efectos especiales son tanto maravillosos como excesivos; el uso y abuso del CGI tiene muchos momentos de poca efectividad narrativa y molestia visual. La saturación de pantallas verdes es notable en muchas secuencias. Por otra parte, los prodigios que permite tienen su clímax en la criatura que le da título a la película: el dragón Smaug. Su grande y estilizada figura se mueve pesada y ágil a partes iguales. El diseño es impecable, temible, y más al adherirle la profunda voz del actor Benedict Cumberbatch, que lo dota de una personalidad imponente. A pesar de sus deficiencias como personaje y las incoherencias que presenta, Smaug se roba el último tramo de la película.

En conclusión, El Hobbit: La desolación de Smaug, es un entretenido blockbuster que adolece de sus virtudes y viceversa. Si uno entra a la sala dispuesto a ver una buena aventura épica, ligera en su ostentosidad, no solo saldrá nada defraudado, sino hasta emocionado por el cliffhanger final que promete una tercera parte emocionante y plagada de acción. Peter Jackson conoce este universo: y se nota. 


Título: El Hobbit: La desolación de Smaug (The Hobbit: Desolation of Smaug)
Dirección: Peter Jackson
País: Estados Unidos
Año: 2013
Reparto:  Martin FreemanIan McKellen, Ian Holm, Christopher Lee,Mikael Persbrandt, Sylvester McCoy
Duración: 161 min

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Ni largos ni medios: Cortos/I: Plastic Bag


Uno de los primeros lugares que visité fue una sala de cine. El lenguaje cinematográfico me ha acompañado toda la vida, por lo que puedo decir que ver películas es una de mis grandes aficiones. De todo tipo y género: comedia, drama, terror, cine negro, denuncia, suspenso… lo que sea lo consumo. Películas buenas y malas, peores y obras maestras, comerciales o salidas de debajo de una piedra. Me fascina ver historias a través de una cámara; todo lo que la vida es, presentada en la forma de la más bella mentira; en la forma de los sueños (bien ya lo dijo Luis Eduardo Aute: los sueños, cine son).

Por tanto, declaro inaugurada esta nueva sección del blog en la que comenzaré a compartirles cortometrajes de toda índole, pues hay muchas cosas muy buenas rondando por ahí como para ignorarlas. El corto que protagonizará la primera entrada de esta nueva sección, se titula Plastic Bag. En él, una bolsa de plástico (si, leyeron bien: una bolsa de plástico, como las que todos compramos en los supermercados) narra su viaje para conocer a su creador, a través de numerosos paisajes (que comprenden un basurero, praderas, paisajes desérticos y hasta el fondo del mar), y un argumento de corte algo existencialista, que raya tanto en lo absurdo como en lo verdaderamente conmovedor. Una travesía que no pueden perderse.

Tómense 17 minutos de su vida y disfruten de este cortometraje espléndidamente dirigido y narrado por el director alemán Werner Herzog. Pongo la versión subtitulada. Ojalá les agrade.


Plastic Bag






Como bonus (y para darle música a esta nueva sección), les dejo la rola que menciono de Luis Eduardo Aute: Cine cine. Gracias por leer.



Tan tán. 

jueves, 5 de diciembre de 2013

De qué va la película/VIII: Club Sándwich


A 5 años de haber presentado Lake Tahoe (2008) (la travesía de un joven que va en busca de una refacción para su auto mientras carga con la tristeza de haber perdido a su padre), el director mexicano Fernando Eimbcke (que es mi director mexicano actual favorito, por cierto) vuelve a la carga una vez más para traernos su tercer proyecto fílmico, en el que vuelve a abordar el tema de la transición a la madurez, tocando sus temas ya conocidos, la adolescencia y la sexualidad: Club Sándwich.


Paloma (Maria Reneé Prudencio), una madre soltera, y su hijo de quince años, Héctor (Lucio Giménez Cacho), mantienen una relación muy especial, pues en el proceso de afrontar solos la vida se han vuelto un buen par de amigos. Cuando pasan unas vacaciones en la costa, Héctor conoce a Jazmín (Danae Reynaud), una adolescente con la que descubre los primeros destellos del amor y el sexo. Tratando de mantener a Héctor cerca de ella, Paloma pasa un mal trago cuando tiene que aceptar que su hijo está creciendo y que dejará de ser el mismo mejor amigo que ha tenido durante todos estos años.

Con base en este argumento, Eimbcke nos otorga un relato sencillo, de tono parsimonioso con ciertos toques de comedia, ya usuales en su corta pero sólida obra. En Club Sándwich se nos presentan evidentes situaciones en las que se encuentran ambos personajes, madre e hijo: Ella busca alguien con quien pasar el tiempo, alguien que la acompañe sin miramientos ni juicios, que esté a su lado; él, por su parte, quiere tiempo solo, ya siente la necesidad de caminar por su propio camino y está claro que, de haber alguien con él, no imagina a su madre. Sus intereses no marchan juntos en horario, sino todo lo contrario; Héctor encuentra en Jazmín aquella compañera con la que puede descubrir y disfrutar todos los cambios que está sintiendo, pues la ve en la misma situación que él. Ambos buscan el tiempo a solas para untarse bronceador y tocarse debajo de la ropa interior, ambos tratan de huir de sus dinámicas familiares usuales. Sin embargo, ahí está también Paloma, su madre, que ve con angustia cómo su hijo se va. 

La puesta en escena de Eimbcke es sobria, funcional, sin mayores pretensiones estilísticas, basada en encuadres fijos, donde podemos apreciar lo que todos los personajes en pantalla hacen y ligeros movimientos de cámara. Al mismo tiempo, esta película bien podría ser la culminación de una etapa en su filmografía, pues a pesar de ser un buen filme (aunque no el mejor), su estilo parece ya algo repetitivo y deslavado para otro proyecto. En este sentido, por momentos, uno como espectador tiene la sensación de estar viendo otra vez Temporada de patos (2004) o Lake Tahoe. En su cuarta película bien podría intentar hacer algo distinto, dejando estas anteriores como una sólida (aparente) trilogía.

Club Sándwich esboza los albores de un proceso por el que toda persona pasa: la madurez, las ganas de volar del seno materno/familiar, y el inevitable sentimiento de pérdida que esto conlleva (obviamente no por parte de quien se va, o no mayoritariamente). Paloma tiene que comprender que Héctor se irá, muy a su pesar, y que no puede detenerlo. Solo puede darle un beso en la frente, para que él sepa que lo quiere, y dejar que salga por la puerta en busca de Jazmín, o de la chica que haya elegido… En busca de su vida. 

Aquí les dejo el trailer:





Director: Fernando Eimbcke.
País: México
Año: 2013
Actúan: María Renée Prudencio, Lucio Giménez Cacho, Danae Reynaud
Duración: 82 mins.